¿Cómo pensar el carácter efímero del sonido, frente a lo intangibles que pueden llegar a ser sus efectos? ¿Cómo explicarlo siendo conscientes de la fragilidad, inmaterialidad, irrevocabilidad e incalculabilidad de la experiencia sonora que salta continuamente fuera y dentro del lenguaje y nunca es completamente accesible? ¿De qué manera capturar algo a lo cual es imposible robarle su temporalidad? ¿Su libertad? Por otra parte, ¿Qué es escuchar? ¿Oír con un propósito? ¿En qué consiste el esfuerzo que esconde escuchar? ¿Es posible traducir este esfuerzo de la escucha a un registro? El sonido tiende a desaparecer pero no desaparece, su naturaleza es tender hacia, resonar. Si suponemos que hacer un registro implica tener consciencia del sonido que guarda el mismo, hacer un registro del sonido es extender la posibilidad del mismo, señalar en una dirección. “si se busca sentido en el sonido, como contrapartida también se busca sonido, resonancia en el sentido”. Sentido y sonido comparten el frágil espacio de las infinitas remisiones que se extienden y trasladan y que conducen tanto dentro como fuera de sí. De la misma manera que, como dice Murray Schafer “no se puede controlar y estructurar el universo acústico” no es posible estatizar el sentido; hay que sembrarlo para recoger sus frutos, no enterrarlo. Esta es la profunda experiencia que resuena en las culturas aurales, en la tradición oral. Donde la relación entre la memoria y el olvido está mediada por la escucha, esa fuerza plástica frente a la cual quizá valga la pena poner el problema del registro.
La escucha tiene la ventaja de ser un sentido que resiente, tiene la capacidad de sentirse sentir, posee una estructura reflexiva, abierta, espaciadora, que no conforma “ni a un sí mismo propio, ni al sí mismo de otro, sino a la forma o estructura del sí mismo como tal, es decir, a la forma, la estructura y el movimiento de una remisión infinita que no es nada fuera de la remisión. Cuando estamos a la escucha, estamos al acecho de un sujeto, aquello que se identifica al resonar de sí a sí, en sí y para sí, y por consiguiente fuera de sí, a la vez igual a sí y distinto de sí, uno como eco de otro y ese eco como el sonido mismo de su sentido” ¿Cómo, entonces, hacer de la escucha un registro y del registro una escucha?
Citas: A la escucha de Jean Luc Nancy
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